Blanca inesperadaUna voz que no conozco me despierta,
no sé a dónde fui, ni dónde estoy,
las luces azules y rojas me ciegan,
abren , entran, los de negro me observan.
Avanzan sin miedo,
yo sigo sin encontrar respuestas,
miro mis manos frías y blancas,
-¡Baja!, ¡Baja el arma!, ¡No te haremos nada!
Esa frase me penetra,
me invade, no reacciono ante ella,
no es cierta mas en mi cabeza juega.
-¡Baja! ¡No te haremos nada!
De nuevo comienza,
entre borrosos planos me envuelvo,
-¡No puedo! ¡No puedo!-
me detengo, avanzan sin miedo,
-Baja…, no te haremos nada…
Ya están aquí, enfrente de mí,
todos iguales, me acorralan,
entre ellos un rubio,
que con su mirada desde arriba me habla,
se acerca, una sonrisa dibujada le destaca,
por lo bajo me reclama.
-No te haremos nada…, confía,
entre todos ellos, yo soy tu ángel de la guarda,
cierra los ojos y descansa-
Y en un campo de azules rosas me encuentro
sobre un pasto negro, no se a dónde ir,
afortunado me siento, sobre el pasto me despliego,
sin miedo, la luz del astro en lo alto,
sobre mí camina, mis anillos se cierran,
de nuevo.
Vuelvo y me despierto,
-¿Cómo te encuentras?-
me pregunta una enfermera
-Sin ningún problema-
vacío y escaso de energías,
feliz de estar con vida,
-Quiero saber de aquel día, señorita-
-No volverá -me dijo
pues la luna y el sol se lo llevaron,
hacia un camino sin sentido,
entonces recuerdo, no olvido,
confío, a ti mi vida dedico,
ángel de gran brillo.